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¿Sabías que las raquetistas fueron las primeras deportistas profesionales?

08/03/2023

El Archivo Municipal de Eibar con motivo del Día Internacional de la Mujer rinde su homenaje a las primeras deportistas profesionales, las raquetistas.

A principios del pasado siglo se llevó a cabo la incorporación de la mujer a la práctica del deporte y, a pesar de que en su momento este hecho fue considerado anecdótico, hoy podemos afirmar que supuso una importante transformación en el imaginario visual de la imagen de la mujer. Durante toda esa época la prensa gráfica, principal medio de difusión, hizo visible la presencia femenina en el ámbito deportivo, y de entre ese grupo de pioneras, cabe destacar el de aquellas que en su día hicieron de la raqueta no sólo su afición, sino también su modo de vida.

Como no podría ser de otro modo, los primeros compases de esta modalidad deportiva se dieron en Eibar, ya que fue una eibarresa nacida en 1878, María Unceta Echebarría, la precursora de una práctica que se vino a denominar de cesta-punta. Su evolución se debió al ingenio e impulso del pelotari y posterior empresario Idelfonso Anabitarte Anza quien ideó el juego a raqueta con pelota de cuero en frontón. Para ello se realizaron dos importantes modificaciones: una fue la del tamaño de los frontones, los cuales iban a necesitar más largura, y la segunda, el tipo de raqueta, ya que ésta debía ser más robusta que la tradicional raqueta de tenis, más larga y con un aro más estrecho. En 1917 se inauguró en los locales de un antiguo teatro de la calle Cedaceros de Madrid el primer “frontón para señoritas” que pasó a llamarse Frontón Madrid. Su vida fue breve pero a este primer frontón le iban a suceder otros muchos, no sólo en Madrid, sino también en San Sebastián, Barcelona, Sevilla, Las Palmas, Córdoba, Salamanca, Méjico, La Habana…

Tampoco es de extrañar que el mayor número de raquetistas fuesen vascas. En el año de 1936 el madrileño Diario Crónica publicaba un artículo titulado La Mujer y el Deporte y en él se podía leer lo siguiente: “Los vascos nacen jugando a la pelota, y los noruegos, pescando bacalao y los catalanes comiendo matos. Es natural que sea Vaconia la nodriza de los frontones femeninos.” Y de entre todas las raquetistas el grupo más numeroso correspondía al de las eibarresas, no en vano en Eibar llegaron a funcionar hasta tres escuelas de raquetistas, escuelas que la prensa de la época elevó a categoría universitaria. La primera y, quizás la más conocida, la del Astelena, dirigida por la raquetista Salomé; la segunda situada en otro frontón, el de Kiputza, en el número 33 de la calle Isasi y dirigida por el pelotari Marino y la tercera, pero no por ello menos importante, la del Frontón Municipal donde no es casual que naciese una de las más importantes zagueras que tuvo este deporte, Paz Echeverria Mendiguren.

Durante más de siete décadas muchas fueron las mujeres que dedicaron su vida a este deporte y pretender enumerarlas sería una tarea de inventario ociosa y con falta de concreción. A pesar de ello, no nos resistimos a hacer mención de aquella que todas consideraron el referente de una época, Eugenia Iriondo Astarloa, más conocida como La Eibarresa. Nacida en 1901 en el caserío Partxua, se inició en el juego de la pelota a mano en el frontón de Arrate. Siendo adolescente se trasladó a Madrid, para trabajar como asistenta y, en sus ratos libres, acudía a la escuela de raquetistas del Frontón Madrid. A pesar de sus inicios como zaguera, con el tiempo se convirtió en una formidable delantera. Según los comentaristas deportivos de época La Eibarresa era “una típica levantadora de partidos que ponía mucho amor propio en el juego”. Se cuenta que en una ocasión recibió un fuerte pelotazo en la cara, siguió jugando y ganó el encuentro por lo que el público la ovacionó una vez finalizado el partido durante largo tiempo. En 1919 debutó como profesional en Madrid y, tres años más tarde, se embarcó en el vapor Leerdam para inaugurar el frontón Habana-Madrid en Cuba. A su regreso, en 1928, jugó en los frontones de Barcelona y Sevilla y, dos años más tarde, en 1930, se casa con el pelotari Roberto Cruz Elorza. Aunque siguió jugando en el frontón Madrid durante los siguientes años, el nacimiento de sus hijos hizo que abandonase la raqueta. Con el estallido de la Guerra Civil la familia regresa a Eibar y, tras un difícil exilio, se establecen durante dos años en San Sebastián. A la muerte de su marido, la Eibarresa regresa a su caserío natal, en Arrate, donde permanecerá hasta sus últimos días.

Muchas fueron las vicisitudes que la práctica que este deporte tuvo que afrontar a lo largo de su historia. En 1940 se fundó la Federación Española de Pelota Vasca, dependiente de la Delegación Nacional de Deportes, al frente de la cual se nombró al general José Moscardó, quien instó a la recién creada Federación para que tomara medidas en lo referente a la práctica de la pelota realizada por mujeres, la razón esgrimida no fue otra que el deporte de la pelota era poco femenino y conducía a la esterilidad. Para ello se prohibió la concesión de nuevas licencias federativas y se obligó a las pelotaris a prolongar el largo de sus faldas y de las mangas de sus blusas. Estas trabas fueron haciéndose más laxas con el paso del tiempo pero, para entonces, muchas de nuestras pelotaris habían cruzado el Atlántico en busca de nuevas oportunidades coincidiendo con la apertura de nuevos frontones en países como México o Cuba. Así y todo, la raqueta consiguió sobrevivir hasta el 17 julio de 1980, fecha en que se celebró el último partido en el Frontón Madrid.

Desde el Archivo Municipal hemos querido rendir un pequeño homenaje y recuperar la memoria de un grupo de mujeres, muchas de ellas eibarresas, que a principios del pasado siglo cogieron una raqueta y una pelota para hacer de este deporte su profesión.

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